Los cinco pasos del proceso fotográfico – Ver, Mirar, Sentir, Pensar, Captar
Suelo impartir cursos de iniciación a la fotografía en los que habitualmente mis alumnos me preguntan:
“¿Cómo me enfrento a una fotografía?”
“¿Qué debo decidir en primer lugar, la distancia focal, el encuadre, la apertura de diafragma, la velocidad de obturación, etc.?”
Cuando hace algunos años, me propuse desarrollar mi imagen corporativa propia, logotipo, tarjetas de visita, etc, me planteé una serie de reflexiones entre las que se encontraba el razonamiento de mi proceso fotográfico personal.
Haciendo un ejercicio de autoanálisis, elegí algunas de mis fotografías preferidas y me pregunté cuál era el camino técnico y teórico que seguía para conseguirlas, cuáles eran las cuestiones que de manera consciente o inconsciente, acababan por reflejarse en el resultado final.
De este análisis surgieron los cinco conceptos que actualmente forman parte de mi imagen de marca actual, los cinco pasos del proceso fotográfico.
1. VER
Del latín vidēre; “Percibir con los ojos algo mediante la acción de la luz”
Lógicamente es un acto obvio. Ver es algo natural, es suficiente tener los ojos abiertos para que ocurra. Sin embargo, como afirma el titulo del libro de conversaciones con Henri Cartier-Bresson, Ver es un todo, es la aproximación al acto fotográfico, la primera puerta que debemos abrir para llegar a la fotografía final que buscamos.
La vista nos muestra el mundo que nos rodea y nos proporciona la posibilidad de vivir la vida de forma consciente, nos ayuda a movernos sobre el terreno y a comenzar la búsqueda activa del resultado que queremos conseguir.
Recibimos multitud de estímulos a través de ella. Aprender a ver y a seleccionar con criterio y rapidez, comenzará a aportar a la acción de ver, la claridad necesaria.
2. MIRAR
Del latín Mirāri; “Dirigir la vista hacia algo y fijar la atención en ello”
Mirar es el acto primigenio de la fotografía. Si ver es algo natural, mirar es un acto consciente. Vemos todo lo que miramos, pero no miramos todo lo que vemos, para mirar necesitamos ejercer la voluntad. Mirar con ojo fotográfico es el impulso que nos lleva e encender la cámara.
La mirada se activa en el momento en que algo nos ha llamado la atención. A veces es un reclamo poderoso, una situación o una acción completamente evidente, o la consecuencia de una búsqueda consciente… a veces es sólo una intuición, una sensación de que eso que estamos mirando nos interesa pero resulta confuso determinar si existe en ello una buena fotografía o no.
Me gusta definir mi fotografía como honesta y es exactamente en este punto, en el que he aprendido a fotografiar también lo que reclama mi atención.
Algunas veces ocurre que estoy frente a algo que no tengo tiempo de razonar claramente y no termino de tener claro el motivo por el que necesito hacer esa foto, pero la sensación de que no debo pasar de largo se manifiesta con intensidad.
Ese momento es la expresión máxima de la intuición y tiene algo de mágico. La práctica me ha enseñado a hacer caso a mi subconsciente y a analizar posteriormente el resultado en la tranquilidad de mi estudio. Es un momento de conexión conmigo mismo en el que a veces, no siempre, consigo entender por qué aquella situación o aquel objeto me pidió hacer la foto.
Podría diferenciar entonces dos tipos de fotografías, las fotografías “reflexivas”, aquellas en las que sé lo que estoy buscando y me concentro en conseguirlo y las fotografías “intuitivas”.
En este último caso, la mente está en blanco pero es un estar en blanco especial. Es una condición que se da principalmente cuando se buscan imágenes, es en realidad un estado mental activo y muy receptivo, en el que se está listo para atrapar una imagen en cualquier momento sin tener ninguna imagen preconcebida. Una forma de mirar entrenada hace el resto.
Aprender a mirar es la esencia de la fotografía, un proceso de adiestramiento en continua evolución. La mirada es la expresión de nuestro pensamiento, miramos el mundo en función de la manera en la que nos relacionamos con él. Miramos lo que queremos, lo que conocemos y lo que comprendemos, pero también podemos mirar de otro modo, de un modo curioso mediante una mirada interrogante y de descubrimiento.
La mirada fotográfica trata de obtener nuevas imágenes, nuevas apariencias y experiencias, nuevos significados y nuevas realidades.
Como afirmaba Garry Winogrand “Hago fotografías para saber cómo se ve el mundo en fotografías”
3. SENTIR
Del latín sentīre; “Experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas”
Sin duda esta es la parte más subjetiva del proceso y a la que creo que debe prestarse la mayor atención. Sentir una fotografía es la manera de encontrar una voz propia y de reconocer las fotografías como nuestras. Nadie fotografía el mundo, fotografía “su mundo”.
Buscamos una imagen fotográfica que exprese, que emocione, que haga pensar, que sorprenda a nuestros ojos y a nuestra mente, en definitiva una imagen que nos llene.
Conseguir expresar lo que buscamos produce una satisfacción difícil de igualar. No es una tarea sencilla en absoluto, de hecho se da en contadas ocasiones, pero cuando se consigue se produce una gran alegría física e intelectual.
Sentir a través de una imagen es la manera de saber si lo que buscamos tiene interés, tenemos que conseguir que los espectadores de nuestras fotografías sean capaces de ver exactamente lo que lo que nosotros sentíamos en ese momento exacto y puedan entender el porqué de esa captura.
Si no tenemos nada que decir, mejor no digamos nada. Para poder expresar algo hay que tener algo que decir, algo que opinar, algo que enseñar y que mostrar, debe percibirse nuestro gesto y nuestra intención, deberíamos ser capaces de despertar emociones. Si no sabemos de qué tratan nuestras fotografías difícilmente van a saberlo los demás.
Como afirmaba el gran Cartier-Bresson “…El fotógrafo no puede ser un espectador pasivo, no puede ser realmente lúcido si no está implicado en el acontecimiento…”
4. PENSAR
Del latín pensāre; “Considerar un asunto con atención y detenimiento, especialmente para reflexionarlo, comprenderlo bien y tomar una decisión”
Pensar es la fase del proceso en la que realizamos la construcción de la imagen. No podemos permitir que una fotografía esté incorrectamente expuesta, o hayamos utilizado la luz de manera inadecuada. Tendremos que dominar la técnica fotográfica a la perfección y que esta se encuentre al servicio de nuestra mirada de un modo instintivo.
Ya sabemos lo que queremos transmitir y ha llegado el momento de preocuparse de la parte técnica de la captura. Seleccionar los parámetros adecuados del triángulo de la exposición para conseguir la luz correcta; elegir un diafragma concreto para poder determinar la profundidad de campo y con ello los planos de la imagen que deben aparecer nítidos, establecer la velocidad de obturación para decidir si vas a congelar la imagen o si quieres captar movimiento y también ajustar la sensibilidad ISO, un parámetro tan importante que es capaz de modificar los otros dos.
En mis cursos me gusta comparar la iniciación a la fotografía con el proceso de aprender a conducir. Todos hemos pasado por ahí; al principio aprendemos que hay unas reglas que nos ayudan a saber qué hacer, después un complicado conjunto de palancas, mandos y botones que hay que conocer, entender y aprender a usar debidamente.
Superado este punto, conseguimos interiorizar todos esos conceptos y nuestras reacciones se vuelven intuitivas y naturales, ya no hay que pensar en ello y entonces, sólo entonces, nos podemos concentrar en disfrutar del camino a recorrer.
Sí…, podría ser más sencillo, pero controlar los valores de la exposición es lo que realmente le da vida al acto fotográfico. Siéntete libre de disparar en modo automático y que nadie te juzgue por hacerlo. Simplemente sé consciente, que el resultado final de la imagen no lo decides tú, lo decide la cámara.
Mi tendencia natural es utilizar, en el 80% de las ocasiones, la apertura máxima de diafragma de mis objetivos. Aunque soy consciente que no me ofrecerán la máxima calidad de imagen, porque no es el punto dulce de la agrupación de lentes dispuestas en la construcción del objetivo, considero este aspecto una cuestión menor. Lo principal para mí es el centro de interés desde el que parte la imagen.
Dirigir la mirada del espectador con precisión hacia el concepto que resulta el punto de partida de la historia a contar. Si pensamos en la manera en la que ve el ojo humano, podemos darnos cuenta que el proceso es análogo, como ya he comentado, no miramos todo lo que vemos, estamos continuamente fijando nuestra vista sobre distintos puntos de información y el resto de lo que vemos efectivamente está, pero se encuentra desenfocado.
La apertura del diafragma y la velocidad de la acción que tengamos delante definirán los parámetros a elegir. La Sensibilidad Iso, no es más que un comodín del que aprovecharnos. Recuerda esto, siempre es mejor una foto conseguida que una foto sin ruido, repito, siempre.
5. CAPTAR
Del latín captāre; “Recoger mediante algún mecanismo sonidos, imágenes, etc., del exterior para tenerlos registrados o poderlos transmitir”
Ya no hay vuelta atrás. Todos los pasos anteriores deberían haber sido rápidos para no perder el momento.
Solo queda apretar el botón del obturador. Sujeta firme la cámara, nada de hacerlo a una mano o con los brazos como alas. Cuando no utilizamos trípode tendremos que evitar las imágenes trepidadas y transmitiremos además la sensación que sabemos lo que estamos haciendo.
Sabemos distinguir los gestos de un profesional independientemente de cual sea su actividad. Siempre comienzo los cursos de iniciación a la fotografía digital, enseñando a sujetar correctamente la cámara. La mano izquierda en posición de bandeja, con la palma hacia arriba y los codos bien pegados al cuerpo, los brazos y tu cuerpo serán tu trípode cuando no lo llevas. Agáchate un poco para bajar el centro de gravedad y listo, ya puedes disparar.
Recapitulando; llegamos a un lugar, lo vemos, miramos a través de la cámara, intentamos comprender lo que aparece cercado por el visor, y si es así, ya nos encontramos leyendo la realidad como fotógrafos. Finalmente ajustamos la cámara, realizamos el último esfuerzo de nuestra aventura visual y obtenemos la fotografía.
La magia y la dificultad de todo este proceso es que tiene que ser muy rápido. Tenemos solo un instante para decidir todos los pasos, de lo contario perderemos el momento. Volviendo a comparar el proceso fotográfico con el acto de conducir, cuanto más lo hagamos mejores seremos.
Practica, practica y vuelve a practicar. Solo así conseguirás que el proceso fotográfico sea cómodo y natural y puedas convertir la cámara en un simple juguete, una herramienta al servicio de nuestra fotografía.
Una buena fotografía es finalmente un punto de vista bien expresado. El mundo ya ha sido visto por activa y por pasiva, pero lo que aún no ha sido visto es su imagen en nuestras fotografías… de eso trata hacer fotografías.
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